Rusia: el imperio contraataca

Miguel Máiquez, 30/08/2008

Hace algo menos de dos décadas, después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, Rusia era una nación empobrecida, dependiente de la ayuda económica de Occidente y seriamente tocada en su orgullo histórico tras haber perdido una buena parte del imperio amasado por los zares y mantenido con mano de hierro por el Estado soviético durante tres cuartos de siglo.

Actualmente, sin embargo, las tornas parecen haber cambiado. Los países europeos necesitan sus enormes recursos de gas y petróleo, EE UU necesita su apoyo en conflictos como el de Irán y, pese a las críticas, Moscú se siente libre para defender sus intereses, tanto afianzando y extendiendo sin complejos su influencia y su poder sobre las débiles repúblicas vecinas, como fortaleciendo sus alianzas tradicionales más allá de sus fronteras (apoyando a Serbia en contra de la independencia de Kosovo, por ejemplo), digan lo que digan Washington y Bruselas.

El reconocimiento de la independencia de las regiones separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, tras la intervención militar en esta última, es el ejemplo más claro y reciente de esta nueva política internacional de desafío al margen del orden mundial promovido por Occidente, una política largamente ensayada ya antes en el interior de su propio territorio (Chechenia), cuya amenaza sienten ya, en mayor o menor grado, otros estados como Ucrania o los países bálticos, y que el grupo de las naciones más industrializadas del mundo (el G‑7) no ha dudado en calificar como «expansionista».

Éstas son, de la A la Z, algunas de las claves del nuevo expansionismo ruso tras la intervención en Georgia y de la respuesta internacional a la crisis.

A

Antecedentes

Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, ésta se dividió en un total de 15 repúblicas independientes, incluyendo la propia Rusia, cada una con su lengua y su cultura pero, al mismo tiempo, con la herencia de inestabilidad dejada por el centralismo comunista, las deportaciones masivas del estalinismo, el rompecabezas de las minorías y la dependencia del poder ruso.

Las relaciones de estos nuevos países con Moscú varían desde el apoyo incondicional de Bielorrusia hasta el enfrentamiento frontal con Georgia. De Asia Central al Báltico, y del Cáucaso a Europa del Este, todas estas repúblicas comparten, además de un pasado común, un futuro incierto a la sombra de la gran Rusia.

Argumentos

Rusia justifica su ingerencia en los asuntos de las ex repúblicas soviéticas en la necesidad de proteger a las minorías de etnia rusa que viven en ellas y en cuestiones relacionadas con amenazas a su seguridad. El hecho de que muchos de estos nuevos países, como Georgia o Ucrania, deseen estrechar lazos con EE UU y Europa, integrándose en la OTAN y en la UE, es visto también por Moscú como una pérdida de poder en su zona de influencia.

El negocio de las armas también juega un papel importante: Israel, por ejemplo, vende armas a Georgia, mientras que Rusia hace lo propio con Irán y Siria, enemigos ambos de los israelíes.

Fuentes del Gobierno ruso han indicado recientemente que «la nueva Rusia debe llevar a cabo una política internacional de dientes afilados para volver a emerger como potencia mundial».

Asia central

Rusia ha hecho valer su influencia en las ex repúblicas soviéticas de Asia Central para asegurarse el control de las grandes exportaciones de gas procedentes de esta zona del mundo.

Así, el año pasado, el Kremlin pactó con Turkmenistán, Kazajistán y Uzbekistán la construcción de un gran gasoducto bordeando el Mar Caspio.

La iniciativa supuso un duro golpe para la UE, que desea reducir su dependencia del gas ruso con la construcción de otro gasoducto desde Turkmenistán hasta Turquía, a través de Azerbaiyán, el Mar Caspio y Georgia.

B

Báltico

Marcadas por las tragedias y deportaciones inflingidas por Stalin y conscientes de su debilidad económica, las tres ex repúblicas soviéticas del Báltico (Estonia, Lituania y Letonia) son de las más sensibles ante lo que consideran el «histórico expansionismo ruso».

El miedo a una intervención es especialmente grande en Letonia y Estonia, donde los rusófonos son un tercio de la población. Tras la acción militar rusa en Georgia, los tres países bálticos se alinearon con el Gobierno de Tblisi, en contra de Moscú. «La gente tiene miedo de que Rusia pueda agredir a Lituania, como lo ha hecho en Georgia», explicó a la agencia AFP el politólogo lituano Kestutis Girnius.

El Gobierno estonio señaló, por su parte, que «cuando una agresión militar está justificada en la necesidad de proteger los intereses de los ciudadanos rusos en Georgia, ello plantea serios problemas a los países que tienen residentes que gozan de la ciudadanía rusa».

Bielorrusia, Ucrania y Moldavia

De las tres ex repúblicas soviéticas de Europa del Este, sólo Bielorrusia, cuyas relaciones con EE UU y otros países occidentales son pésimas, y cuyo presidente, Alezandr Lukashenko, es considerado por la oposición como «el último dictador de Europa», mantiene una posición de alianza incondicional con Rusia.

Mientras, Ucrania ha denunciado la ingerencia política de Moscú desde la instauración en Kiev de un Gobierno pro occidental tras la Revolución Naranja de 2004. Por otro lado, los ucranianos temen que la próxima intervención rusa en el exterior se produzca en la península de Crimea, la única parte de Ucrania donde los rusos étnicos son mayoría, ya que muchos de ellos piden abiertamente una anexión con Rusia que Moscú ha fomentado durante años.

En Moldavia, por último, Rusia posee un gran depósito de municiones y tiene destacadas fuerzas de paz desde el conflicto que enfrentó al Estado moldavo con la región separatista (y rusófona) de Transnitria, en 1992.

C

Cáucaso

La zona más conflictiva de la antigua URSS y una de las más volátiles e inestables del planeta tiene una importancia geoestratégica fundamental, tanto para Moscú como para Occidente, dada su condición de lugar obligado de paso de recursos vitales de gas y petróleo.

En el norte, las aspiraciones independentistas de Chechenia fueron aplastadas por Moscú en dos arremetidas militares (1994 y 2000) que dejaron miles de víctimas, pero el conflicto, que ha incluido también brutales acciones terroristas chechenas como la toma de rehenes en un teatro de Moscú en 2002 o el asalto en 2004 a la escuela de Beslan, en la pro rusa Osetia del Norte, sigue sin resolverse.

Y en el sur, la llamada ‘guerra congelada’ de Georgia acaba de estallar. Tras un supuesto ataque georgiano contra los separatistas de Osetia del Sur, Rusia intervino militarmente en esta región aduciendo la necesidad de proteger a sus ciudadanos, pro rusos en su mayoría y favorables a una futura unión con la región rusa de Osetia del Norte. Finalmente, Moscú ha reconocido la independencia tanto de Osetia del Sur como de la otra región separatista de Georgia, Abjasia, una aspiración que ambas mantenían desde la caída de la URSS.

CH

China

El Gobierno de Pekín ha apoyado a Rusia en la crisis de Georgia, pero sólo a medias, ya que, con problemas separatistas en su propio suelo (Tibet), China ha respaldado la intervención militar rusa pero no el reconocimiento de la independencia de Abjasia y de Osetia del Sur por parte de Moscú.

D

Dependencia energética

En los últimos años, Moscú no ha dudado en cortar los suministros de gas y petróleo para sus vecinos en momentos de crisis o o conflictos políticos, lo que ha llevado a la UE a impulsar proyectos, como el gasoducto Nabucco, que circunvalen Rusia para asegurarse las importaciones energéticas.

La UE depende de Rusia para la obtención de un cuarto de su gas y de una gran parte de su petróleo. Además, se prevé que las importaciones aumentarán más aún por la caída de la producción del Mar del Norte.

E

Expansionismo

El pasado día 27, los siete países más industrializados (el G7) condenaron de manera unánime y rotunda la «política expansionista» de Rusia. Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido y Estados Unidos afirmaron que el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia por parte de Moscú «viola la integridad territorial y la soberanía de Georgia y es contrario a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU».

Estados Unidos

Washington ha condenado firmemente tanto la intervención militar rusa en Georgia como el reconocimiento de la independencia de las dos regiones separatistas. No obstante, la necesidad de recibir apoyo de Moscú en la ONU para su enfrentamiento con Irán hace dudar de que el Gobierno estadounidense pueda ir mucho más lejos.

Por su parte, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, ha expresado sus sospechas de que el conflicto bélico en Georgia fue provocado por fuerzas políticas estadounidenses para favorecer la elección del candidato presidencial republicano, John McCain, cuyos ataques a Moscú se habrían incrementado estos días, aupándole en las encuestas electorales.

F

Francia

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, se ha convertido en uno de los protagonistas de la crisis al diseñar un plan de paz que fue aceptado, en principio, tanto por Rusia como por Georgia. Sarkozy, no obstante, ha recalcado que «no puede haber y no habrá una solución que no incluya el respeto de la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Georgia en sus fronteras internacionalmente reconocidas».

G

Guerra Fría

El conflicto de Georgia ha hecho renacer el fantasma de la Guerra Fría, el enfrentamiento político, ideológico, económico, tecnológico, militar e informativo que libraron EE UU y la antigua Unión Soviética junto a sus aliados respectivos entre 1947 y 1991.

En este sentido, el presidente ruso, Dmitri Medvedev, ha llegado a decir que «no tenemos miedo a nada, ni siquiera a la perspectiva de una guerra fría, aunque no la queremos».

H

Historia

El Imperio ruso, bajo el que fueron conquistados los territorios que conformarían luego la Unión Soviética, se prolongó desde 1721 hasta la revolución comunista de 1917. A finales del siglo XIX ocupaba casi 23 millones de kilómetros cuadrados y albergaba a más de 100 grupos étnicos diferentes. En 1917 incluía territorios de los actuales estados bálticos, Bielorrusia, parte de Polonia, Moldavia, el Cáucaso, Finlandia, la mayoría del Asia Central y una parte de Turquía. Entre 1732 y 1867 poseyó también Alaska.

I

Intervención exterior

Las tropas rusas no habían cruzado una frontera internacional en misión de combate desde la creación del país en 1991. La última intervención de soldados soviéticos en el extranjero fue en 1979, durante la invasión de Afganistán.

J

Josef Stalin

El dictador soviético (1878–1953), nacido, además, en Georgia, fue el principal responsable de las deportaciones masivas y limpiezas étnicas en las que se encuentra el germen de gran parte de los problemas que sufren las actuales repúblicas de la ex URSS.

Se calcula que un total de 14 nacionalidades fueron deportadas por completo y 48 parcialmente. Sólo entre las etnias del Cáucaso se deportó a 650.000 personas en tres operaciones militares.

K

Kosovo

El reconocimiento, el pasado mes de febrero, de la declaración unilateral de independencia de Kosovo por parte de muchos Gobiernos europeos y de Estados Unidos ha sido invocado por Rusia como justificación para reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur.

Moscú ha criticado asimismo el doble rasero de Occidente al condenar la actitud del Kremlin para con las regiones separatistas de Georgia. Occidente, por su parte, ha hecho lo propio con Rusia, ya que ésta se negó a reconocer la independencia kosovar invocando el mismo derecho internacional que ahora parece ignorar.

Cabe recordar que Serbia, país del que se independizó Kosovo, es un aliado tradicional de Rusia, mientras que Georgia lo es de Estados Unidos.

L

Legislación internacional

La OTAN ha acusado a Rusia de violar la legislación internacional con su intervención en Georgia y ha solicitado a los aliados que consideren reducir sus vínculos con Moscú para que respete el acuerdo de paz.

El Kremlin, por su parte, respondió que la Alianza «sigue anclada en la Guerra Fría» y ha anunciado que tiene intención de revisar su cooperación con la organización atlántica.

M

Misiles

Poco después de que que Estados Unidos y Polonia firmaran un acuerdo para el despliegue de un sistema de defensa antimisiles estadunidense en territorio polaco, y en plena tensión internacional por el conflicto entre Moscú y Georgia, Rusia confirmó que ha probado un misil balístico intercontinental «capaz de atravesar la tecnología de un escudo antimisiles enemigo».

N

Naciones Unidas

El hecho de que Rusia sea miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con derecho a veto, hace muy improbable que el organismo internacional pueda aprobar una resolución de condena por lo ocurrido en Georgia. No obstante, el Consejo anunció el viernes que celebrará una nueva reunión sobre la crisis.

O

Oso

El oso es el símbolo tradicional de Rusia. Los caricaturistas ingleses del siglo XIX y principios del XX representaban el imperialismo ruso en la forma de este animal (frente al león inglés). El político y estadista estadounidense Henry Kissinger solía decir que «hay que dejarle espacio al oso ruso».

P

Putin, Vladimir

El ex presidente y actual primer ministro ruso sigue teniendo un papel preponderante en la política de Moscú, y es uno de los principales valedores de la política de resurgimiento de Rusia como potencia mundial. De hecho, cuando estalló la guerra en Georgia, fue él y no el nuevo presidente de Rusia, Dmitri Medvedev, quien explicó las razones de la intervención.

Durante su mandato se calcula que hasta 70.000 ciudadanos de Osetia del Sur que se consideran rusos recibieron pasaportes de Rusia, lo que contravendría el derecho internacional.

Q

Queja

El ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov, principal artífice del final de la URSS, se quejó de que Occidente «envalentonara» a Georgia para atacar la región separatista de Osetia del Sur. Añadió que «acusan a Rusia de agredir a los pobres e indefensos georgianos, pero eso no sólo es hipócrita, sino que muestra una falta de humanidad».

R

Revoluciones

Rusia ha acusado a Occidente, y, más concretamente, a Estados Unidos, de estar detrás de la Revolución Naranja y de la Revolución Rosa, los movimientos ciudadanos que auparon al poder, respectivamente, a los gobiernos pro occidentales de Víktor Yushenko en Ucrania y Mijail Saakashvili en Georgia.

S

Sanciones

Pese a amenazar con ello hace unos días, la UE ha decidido finalmente no adoptar aún sanciones contra Rusia en su cumbre extraordinaria de este lunes.

T

Terrorismo

El Servicio Federal de Seguridad ruso llegó a acusar a Georgia de planear ataques terroristas en Rusia como respuesta al conflicto militar mantenido por ambos países por Osetia del Sur, información que fue desmentida por el Ministerio del Interior georgiano.

U

Unión Europea

Los líderes de los Veintisiete, que asistirán este lunes en Bruselas a una reunión extraordinaria convocada por el presidente francés y de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, insistirán en que el acuerdo de alto el fuego, de seis puntos, debe cumplirse en su totalidad. Mientras ese acuerdo no esté plenamente respetado, las relaciones entre la UE y Rusia seguirán «bajo observación».

V

Vashadze, Grigor

El viceministro de Relaciones Exteriores de Georgia fue el encargado de anunciar la decisión de este país de romper relaciones diplomáticas con Rusia, a raíz del reciente conflicto bélico y del reconocimiento por Moscú de la independencia de Abjasia y Osetia del Sur.

Georgia retirará en los próximos días a todos sus diplomáticos de su embajada en Moscú, mientras que Rusia va a cerrar la embajada en la capital georgiana.

Y

Yushenko, Víktor

El presidente ucraniano señaló que el reconocimiento por parte de Rusia de la independencia Abjasia y Osetia del Sur «significa una amenaza para la paz en toda la región y en Europa». También ha pedido que se acelere el ingreso de su país en la OTAN. En Ucrania, el conflicto armado entre Rusia y Georgia ha exacerbado la división entre los pro occidentales del centro y el oeste y los pro rusos, concentrados en el sur y el este del país.

Z

Zar

El último zar (emperador) de Rusia fue Nicolás II. Fue fusilado junto a su familia por los bolcheviques en 1918.

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