¿Empieza a agrietarse el muro legal contra la marihuana?

Miguel Máiquez, 24/06/2012

Desde que a principios del siglo XX comenzó a criminalizarse el cultivo, la posesión, la venta y el consumo de cannabis, el debate sobre la legalización de la marihuana («el producto ilegal más consumido del mundo», como la ha definido la ONU) ha permanecido abierto, como reflejo de una sociedad profundamente dividida entre quienes la consideran una peligrosa droga y una amenaza social, y quienes entienden, por el contrario, que la hierba no es comparable a otras sustancias más ‘duras’, que es menos nociva que el alcohol o el tabaco, que la ilegalización es contraproducente o que su consumo pertenece al ámbito privado del individuo.

Más allá de la polémica sobre los efectos de la marihuana sobre la salud, la controversia afecta también a la criminalidad derivada de la prohibición. Mientras que muchos siguen manteniendo que la respuesta al narcotráfico requiere más ‘mano dura’, el fracaso de las políticas policiales y prohibicionistas con que la mayoría de los países combaten el problema ha llevado a cada vez más voces relevantes a apostar por la despenalización, o, al menos, por la regulación.

En EE UU una encuesta revelaba hace unos días que la despenalización de la marihuana cuenta con el apoyo récord del 50% de la población, algo que podría influir en la postura de Obama sobre este asunto, en el marco de la campaña electoral. Y esta misma semana, el Gobierno de Uruguay volvía a poner el debate en primer plano al anunciar que no solo legalizará la hierba,sino que también peleará por ello a nivel internacional.

No obstante, y pese a que iniciativas como la del ayuntamiento tarraconense de Rasquera (comercializar cultivos de marihuana como parte de un plan anticrisis) parecen estar resquebrajando el tabú, las tesis prohibicionistas o restrictivas siguen siendo predominantes. La falta de un consenso científico (se suceden los estudios confirmando o desmintiendo los beneficios terapéuticos de la marihuana, o su peligrosidad), el consumo entre adolescentes, o planteamientos más ideológicos o de carácter moral, alimentan el rechazo de los gobiernos a la despenalización. En Holanda, uno de los tradicionales ‘santuarios’ para el consumo de cannabis, se acaban de aprobar leyes más restrictivas, y en Canadá, país pionero en la legalización del uso de la marihuana con fines terapéuticos, el Gobierno insiste una y otra vez en que no piensa pasar de ahí.

Estas son las claves de la marihuana, de su situación legal en el mundo y del debate en torno a una planta que, con permiso o sin él, el ser humano lleva consumiendo desde hace miles de años.

¿Qué es la marihuana y cómo actúa?

La planta de la marihuana, o cannabis (Cannavis Sativa, nombre que proviene de las palabras cáñamo ‑cannabis- y cultivo ‑sativa-), contiene sustancias psicoactivas cuyo consumo, así como el de su resina, la sustancia derivada conocida como hachís, está asociado a fines recreativos, medicinales o incluso religiosos. Los productos no psicoactivos del cannabis (la fibra y las semillas, que tienen, entre otros, un uso textil) son legales en muchos países, donde existen licencias para su cultivo. La hierba, sin embargo, es una sustancia controlada en casi todo el mundo, aunque existen excepciones por motivos médicos.

El compuesto químico psicoactivo predominante en el cannabis es el tetrahidrocannabinol (THC). Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la marihuana generalmente contiene un 5% de THC, la resina puede contener un 20% y el aceite de hachís más de un 60%.

El cannabis se consume de varias maneras, la mayoría de las cuales implican la inhalación de humo, ya sea a través de cigarrillos (porros), tubos, o bongs (cachimbas portátiles con cámara de agua). También puede consumirse por vía oral (en forma de pasteles de marihuana, por ejemplo). El metabolismo inicial de los cannabinoides en el humo de la marihuana se produce en los pulmones, mientras que por vía oral son metabolizados en el tracto gastrointestinal y el hígado.

¿Cuánto se consume?

En 2004 Naciones Unidas calculó que aproximadamente el 4% de la población mundial adulta (162 millones de personas) consume marihuana anualmente, y que alrededor del 0,6% (22,5 millones) la consume a diario. El cannabis es la droga más consumida en Europa, según el Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías (EMCDDA), que reveló en un estudio publicado el pasado mes de marzo que un total de 78 millones de europeos de entre 15 y 64 años de edad han consumido cannabis al menos una vez en su vida, lo que supone un 23,2% de la población del continente.

España es uno de los mayores consumidores de cannabis de Europa y también uno de los principales puntos de entrada de la droga, en su mayoría procedente del norte de África. Un 32,1% de los españoles han consumido cannabis al menos una vez en la vida, una proporción solo menor que la observada en Dinamarca,donde un 32,5% de la población lo ha probado al menos una vez.

España ocupa la tercera posición europea, con un 10,6% de la población que se declaró consumidora, incluyendo los que lo hacen de forma ocasional, entre noviembre de 2010 y el mismo mes de 2011. En primer lugar se encuentra Italia, donde un 14,3% de la población consumió cannabis en ese periodo de tiempo, seguida de la República Checa, con una proporción del 11,1%.

¿Qué efectos tiene?

Los efectos de la marihuana en el organismo varían mucho entre unas personas y otras, y dependen de la dosis, del contenido de THC y de la forma de administración, así como de la personalidad, las expectativas y la experiencia previa del sujeto, y también del contexto en que se consuma o de que se combine o no con otras drogas como el alcohol.

Mientras que algunos consumidores afirman que la alteración del estado de ánimo y de la cognición causada por la sustancia incrementa la sociabilidad o el recogimiento, el consumo de grandes cantidades puede dar lugar también a desorientación, despersonalización, paranoia, estados de pánico, taquicardia, alucinaciones o cuadros psicóticos graves.

En general, la marihuana disminuye la actividad cerebral y estimula los llamados «circuitos de recompensa» o sistemas neuronales que provocan sensaciones de placer. A corto plazo puede provocar ensoñación, pérdida de la sensación de tiempo, distorsión de la percepción espacial, acentuación de los colores, disminución de los reflejos, risa descontrolada, aumento del apetito, sequedad en la boca, sensaciones de exaltación o de relajamiento y aumento de la libido.

¿Es peligrosa?

Según diversos estudios, el consumo prolongado de marihuana puede causar problemas de memoria y aprendizaje, trastornos emocionales (ansiedad, depresión) y de la personalidad, enfermedades bronco-pulmonares, trastornos del ritmo cardiaco, psicosis y esquizofrenia (sobre todo, pero no únicamente, en individuos predispuestos).

También existe el riesgo de adicción, si bien varios informes establecen la dependencia generada por el cannabis en un nivel inferior al de la causada por la nicotina del tabaco o el alcohol, y muy por debajo de las consideradas drogas duras, como la cocaína o, especialmente, la heroína.

Fumar cannabis es considerado el método más perjudicial de consumo, ya que la inhalación de humo de materiales orgánicos puede causar problemas de salud diferentes, como el cáncer, semejantes o peores a los causados por el tabaco.

En 1948 la Organización Mundial de la Salud estableció la marihuana como una droga peligrosa,tanto desde el punto de vista mental y físico como desde el punto de vista social, si bien no tiene una postura oficial sobre su despenalización.

En cualquier caso, no existe un veredicto único en la comunidad científica en relación a las cualidades positivas o negativas de la planta, y el debate incluye también otros elementos ajenos a la salud, como el narcotráfico o los intereses económicos (en EE UU, el cultivo de marihuana, que se ha multiplicado por diez en los últimos años, generaba en 2006 unos 35.000 millones de dólares ‑26.500 millones de euros‑, más que el trigo o el maíz), aspectos de tipo moral y religioso, e incluso una vertiente filosófica y política, en lo que respecta a los límites del Estado sobre la libertad del individuo.

¿Cuáles son sus usos medicinales?

En 1997, y basándose en más de 75 estudios aparecidos desde 1975, la prestigiosa publicación científica New England Journal of Medicine expuso en un artículo una serie de virtudes medicinales del consumo de marihuana, referidos al alivio de los síntomas de muchas enfermedades, entre ellas, el cáncer y el sida.

Numerosos estudios han avalado esta tesis desde entonces, ampliando las supuestas virtudes de la hierba a la lucha de males como la eplilepsia, el Alzheimer o la esclerosis múltiple. Esta misma semana, la revista Neuropharmacology ha publicado los resultados de una investigación llevada a cabo por el Grupo de Investigación en Cannabinoides de la Universidad Complutense de Madrid, que ha detectado efectos positivos del cannabis en un modelo de esclerosis múltiple en ratones, demostrando una mejora en la progresión de la enfermedad.

Los resultados, sin embargo, siguen sin ser concluyentes. En el mismo caso de la esclerosis múltiple, el pasado mes de mayo un amplio estudio, financiado por el Consejo Británico de Investigación Médica, reveló que cápsulas de cannabis no habían logrado desacelerar el avance de la enfermedad. Pese a señales prometedoras en estudios previos a menor escala, los investigadores hallaron que los pacientes que tomaban cápsulas que contenían THC no obtenían mejores resultados que aquellos que recibían placebo.

¿Cuáles son los argumentos en contra de la despenalización?

En general, los partidarios de mantener la marihuana como sustancia ilegal, y de criminalizar su consumo, consideran probados los daños que la droga provoca en la salud de quienes la consumen y entienden asimismo que supone un peligro social con potenciales daños a terceros (se suelen invocar, por ejemplo, los accidentes de tráfico causados por conductores que habían fumado cannabis, o el efecto negativo que puede tener una mayor acesibilidad a la droga entre sectores de la población más vulnerables, como los adolescentes, o entre personas menos informadas sobre sus consecuencias).

Los argumentos en contra de la despenalización sostienen que legalizar la marihuana provocaría un aumento de su consumo e insisten en que el cannabis suele ser la puerta de entrada al consumo de otras drogas más nocivas o incluso letales.

¿Cuáles son los argumentos a favor?

Al igual que entre los detractores de la despenalización, entre los partidarios existen diferentes posturas,que van desde la desregulación total hasta una venta basada en el control del Estado (en farmacias, por ejemplo), pasando por la legalización solo con fines terapéuticos.

Actualmente, uno de los grupos más influyentes en favor de la despenalización de la marihuana es la Comisión Global de Políticas sobre Drogas, integrada por tres expresidentes latinoamericanos y numerosas personalidades de otras partes del mundo, incluyendo exmandatarios, empresarios e intelectuales, como el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan; el exprimer ministro griego, Yorgos Papaconstantín; Javier Solana, alto representante europeo en Política Exterior; el ya fallecido escritor mexicano Carlos Fuentes, o el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

Esta comisión recomienda acabar con la «criminalización», «marginalización» y «estigmatización» de los consumidores que no causan daños a terceros, e impulsar a los gobiernos a experimentar con modelos de regulación, especialmente en el caso de la marihuana, para minar el poder del crimen organizado. Mantiene además que «la guerra contra las drogas no ha reducido el consumo, ha llenado las cárceles, cuesta millones de dólares, alienta el crimen organizado y causa miles de muertos».

¿Cuál es la situación legal en el mundo?

  • España. Los delitos relacionados con el cannabis están castigados con sanciones administrativas e incluyen el tráfico ilegal, favorecer, facilitar o promover su uso y la posesión y el consumo en lugares públicos. El consumo y el cultivo para uso propio no está penalizado. La práctica judicial indica que la posesión punible comprende los importes superiores a 40 gramos. En España existen los denominados clubes sociales de cannabis, a través de los cuales los socios pueden acceder al cannabis de forma legal. El uso terapéutico está regulado mediante receta, si bien únicamente está aprobado para casos avanzados de esclerosis múltiple con espasticidad.
  • Alemania. La posesión de una cantidad pequeña de cualquier droga es un delito penal, pero no está procesada o castigada cuando no hay daño a terceros, no participan menores de edad, la sustancia es de uso personal o el delito implica una «cantidad insignificante».
  • Argentina. En 2009, la Corte Suprema de Justicia declaró la inconstitucionalidad de parte de la ley de estupefacientes, y en consecuencia la tenencia en pequeñas cantidades para consumo personal queda cubierta por la garantía de derecho a la intimidad.
  • Australia. La marihuana es ilegal, pero su uso está despenalizado en algunos estados.
  • Bélgica. Despenalizó el consumo y la posesión de pequeñas cantidades de cannabis en 2001. El consumo en la calle y espacios públicos sí está multado.
  • Brasil. Penas de arresto por posesión y consumo en lugares públicos. El consumo personal y privado puede conllevar advertencias y obligatoriedad de someterse a un curso educativo sobre los efectos de las drogas y a servicio comunitario.
  • Canadá. Fue el primer país del mundo en habilitar un sistema legal para regular el uso médico de la marihuana. Las personas que sean declaradas enfermas por médicos y reciban un permiso del gobierno, pueden usar marihuana de manera legal. Sin embargo, la producción comercial y la venta de la planta para uso no médico continúa estando penada.
  • Chile. Es legal el consumo personal, pero no la producción y comercialización, ni la inducción, promoción o facilitación por cualquier medio del uso o consumo de marihuana.
  • China. Los castigos por posesión de cualquier tipo de droga, incluyendo la marihuana, son muy duros, y pueden implicar desde altas sentencias de prisión hasta la pena de muerte, si bien ésta suele aplicarse solo a delitos graves de tráfico y producción.
  • Estados Unidos. El consumo de marihuana es ilegal, pero, gracias a una ley de 1970, en un total de 16 Estados, incluyendo la capital federal, se permite su uso médico como paliativo del dolor en enfermedades graves. No obstante, solo en Colorado se puede comprar y vender sin quebrantar la ley. El número de pacientes que piden marihuana con fines terapéuticos en este estado se ha disparado hasta alcanzar los 127.000 en 2011. Un referéndum en California para legalizar la marihuana también para uso recreativo no prosperó por un estrecho margen. EE UU es el país con mayor número de consumidores y también el primer productor mundial de marihuana.
  • Egipto. Como en muchos otros países árabes, el consumo de marihuana está socialmente aceptado (a diferencia del de alcohol), si bien la posesión de grandes cantidades está penada por la ley.
  • Francia. El consumo puede acarrear penas de hasta un año de prisión y la posesión puede castigarse con hasta 10 años de cárcel. No obstante, muchos jueces y fiscales rechazan seguir adelante con procesos abiertos a consumidores. Los consumidores regulares son dirigidos al servicio de salud o a instituciones sociales.
  • Finlandia. La posesión y el consumo se condenan penalmente, aunque se puede evitar ir a la cárcel acudiendo a terapia de desintoxicación.
  • Holanda. El gobierno holandés despenalizó la posesión de menos de cinco gramos de cannabis en 1976, y actualmente la producción y el tráfico no están regulados. Holanda es el único país en el que se toleran los llamados coffee shops, cafés en los que se puede comprar y consumir derivados del cannabis, pero el pasado mes de mayo una nueva ley limitó la venta de marihuana en estos establecimientos. Los coffee shops deben convertirse ahora en clubes privados con un máximo de 2.000 socios, que deberán demostrar que son residentes legales en el país. En principio, la medida se aplica a las provincias del sur, fronterizas con Bélgica y Alemania, y deberá estar implementada en toda Holanda en 2013.
  • India. La posesión está penada con penas que pueden acarrear entre cinco y diez de cárcel, dependiendo de la cantidad. No obstante, en el norte del país el consumo está más tolerado.
  • Italia. Los delitos relacionados con el cannabis como la posesión para uso personal se castigan con sanciones administrativas a partir de la segunda infracción.
  • Jamaica. Aunque teóricamente no es legal, el uso del cannabis está muy aceptado socialmente, lo que equivale a una legalizacion de facto. En cualquier caso, no se permite la importación o la exportación de ningún tipo de drogas.
  • Kenia. Penas de hasta diez años de cárcel por consumo y tenencia.
  • Marruecos. Teóricamente, la posesión de pequeñas cantidades no está perseguida legalmente. El tráfico a pequeña escala se castiga con penas de entre dos y diez años de cárcel. A gran escala, de diez a veinte años.
  • México. La posesión de pequeñas cantidades para uso propio no está castigada, pero el tráfico, el comercio, la importación y la propaganda pueden conllevar penas de hasta 25 años de cárcel.
  • Portugal. Se permite la posesión de pequeñas cantidades para uso personal, con una normativa similar a la española. El máximo está establecido en 25 gramos de marihuana o cinco gramos de hachís.
  • Reino Unido. Los delitos relacionados con la posesión de cannabis se castigan con hasta dos años de prisión (hasta 14 si es con intención de traficar), si bien la policía puede advertir en lugar de perseguir, y los tribunales pueden aplicar multas, libertad condicional o servicio comunitario. En 2004, el cannabis fue reclasificado como droga de clase C, un tipo de estupefacientes por cuyo uso no es normal practicar detenciones.
  • Rusia. La posesión de hasta seis gramos de cannabis, o de hasta dos gramos de hachís, conlleva multas. Por encima de estas cantidades las penas pueden ser de prisión.
  • Suiza. La posesión, consumo y distribución son ilegales, pero normalmente solo se imponen multas mínimas tanto por posesión como por uso personal. El Gobierno federal debate suavizar la legislación.
  • Turquía. La posesión de cannabis puede conllevar hasta dos años de cárcel, aunque la sentencia puede intercambiarse por entre uno y tres años de rehabilitación si se trata de la primera vez.
  • Uruguay. Actualmente, la posesión de pequeñas cantidades para uso personal no está penalizada, y la ley no especifica un máximo para esta cantidad. El pasado miércoles, el Gobierno anunció la «legalización regulada y controlada» de la marihuana en el país para combatir el delito, y prometió plantear esa estrategia en los foros internacionales con el argumento de que el modelo de lucha contra el narcotráfico vigente en el mundo ha fracasado. La iniciativa incluye un registro de consumidores e impuestos que se destinarían a la rehabilitación de drogodependientes.

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