La batalla contra las armas en Estados Unidos: ¿misión imposible?

Miguel Máiquez, 21/04/2013

«Hoy es un día de gran vergüenza para Washington». Con esta frase resumía el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, su frustración y su enojo tras la votación en el Senado que, el pasado miércoles, tumbó lo poco que quedaba ya de su propuesta original contra la violencia causada por las armas de fuego.

La iniciativa del presidente había sido podada y suavizada hasta que fue posible presentarla como un acuerdo entre los dos principales partidos (demócrata y republicano); tenía el apoyo, según las encuestas, de cerca del 90% de la población y, tal vez lo más importante, llegaba con los niños muertos en la matanza de la escuela de Newtown, ocurrida hace solo cuatro meses, muy presentes aún en la memoria.

Nada de eso fue suficiente. A pesar de que, además, la mayoría de los senadores votaron a favor (54, frente a 46 en contra), la propuesta fue rechazada, al no conseguir los 60 votos que necesitaba para poder ser aprobada en el Senado.

Para los padres de las víctimas de Newtown y de tantas otras matanzas similares, la votación del Senado fue, probablemente, el peor momento de una semana ya de por sí excepcionalmente trágica, en la que la sociedad estadounidense ha tenido que hacer frente a un impactante atentado terrorista (las bombas en el maratón de Boston, con tres muertos y más de 170 heridos) y a un dramático accidente (la explosión en una fábrica de fertilizantes de Texas, con al menos 14 fallecidos).

Estas son, en preguntas y respuestas, las claves de la propuesta de Obama y de por qué no ha salido adelante en un país donde cada hora se producen tres muertes por armas de fuego; donde, en los últimos 20 años, se han contabilizado 23 tragedias similares a la de la escuela de Newtown, con un balance de más de 60 muertos. Un país donde, al mismo tiempo, la cultura de las armas y el derecho a poseerlas libremente tienen un respaldo hondamente arraigado en la sociedad (el debate es sobre más o menos control, nunca sobre prohibición total), estrechamente ligado al concepto de autodefensa, a la idea de la independencia inalienable del individuo frente al Estado, y, también, a importantes intereses económicos: Actualmente hay más de 50.000 establecimientos autorizados para la venta de pistolas, rifles e incluso ametralladoras en todo EE UU, y en los últimos tres años y medio las ventas del fabricante Smith & Wesson, por ejemplo, se han disparado un 44%.

¿Cómo es la legislación sobre armas en EE UU?

Muy permisiva (la menos restrictiva entre los países occidentales), y ambigua.

La posesión y la compraventa de armas en EE UU está regulada por leyes federales y también por leyes estatales. Existen registros locales de armas y de sus puestos de venta, criterios de selección de sus compradores (edad, salud mental, experiencia en armas y antecedentes penales) y algunas restricciones a ciertos tipos. Sin embargo, la efectividad de las leyes estatales es muy limitada, ya que es fácil adquirir armas en estados restrictivos vecinos a otros más tolerantes.

En cuanto a las leyes federales, al final se enfrentan siempre a la controvertida Segunda Enmienda de la Constitución, una de las diez enmiendas ratificadas hace hace más de dos siglos, en 1791, y que regula el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas de fuego.

¿Por qué es polémica la Segunda Enmienda?

El problema fundamental es que de la Segunda Enmienda existen dos versiones que tienen ligeras diferencias de puntuación entre sí, lo que ha provocado diversas interpretaciones.

La primera versión fue aprobada por el Congreso y dice textualmente: «A well regulated Militia, being necessary to the security of a free State, the right of the people to keep and bear Arms, shall not be infringed» (Una milicia bien regulada, necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas, no será vulnerado).

La segunda, mejor redactada, fue distribuida a los estados, ratificada por ellos y autentificada por el Secretario de Estado, Thomas Jefferson: «A well regulated Militia being necessary to the security of a free state, the right of the people to keep and bear arms shall not be infringed» (Siendo una milicia bien regulada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas no será vulnerado).

La diferente colocación de las comas en los textos abrió el debate sobre si ese derecho se circunscribe a una milicia organizada o si es extensivo a los individuos de manera diferenciada, es decir, si se refiere a derechos colectivos o individuales.

Los defensores del derecho a poseer armas esgrimen también la Novena Enmienda, según la cual ninguna ley puede violar derechos de los ciudadanos previamente reconocidos (el derecho a poseer armas existía antes que la enmienda).

Los tribunales han resuelto en tres ocasiones a favor de los derechos individuales de los ciudadanos. La primera resolución fue dictada en 2001 en el caso United Status versus Emerson. En 2008 el Tribunal Supremo dictaminó a favor del derecho individual en el caso District of Columbia versus Heler. Finalmente en 2010 el Tribunal Supremo resolvió que el derecho de los individuos es aplicable también en los estados en el caso McDonald versus Chicago.

¿Cuál era la propuesta original de Obama?

Como respuesta a la matanza del pasado 14 de diciembre, cuando un joven armado mató a 25 personas (la mayoría, niños) antes de acabar con su vida, en una escuela infantil en Newtown (Conneccticut), Barack Obama lanzó, el 16 de enero, la mayor propuesta sobre el control de armas en dos décadas.

El plan incluía 23 decretos presidenciales, que no necesitan la aprobación del Congreso y que el presidente firmó el día 16 con la presencia de familiares de las víctimas de Newtown, y varias propuestas legislativas que deberían ser discutidas en las cámaras legislativas. Las ordenes presidenciales firmadas por Obama y las propuestas legislativas estaban destinadas a evitar que las armas lleguen a manos inadecuadas, prohibir la venta de las armas de asalto, aumentar la seguridad en las escuelas y mejorar los servicios de salud mental.

Los 23 decretos presidenciales se centran, básicamente, en mejorar y fortalecer el sistema actual, y entre ellos destacan un memorando presidencial por el que se exige a las agencias federales que revelen los datos relevantes disponibles para hacer más efectivo el sistema federal de verificación de antecedentes; eliminar barreras legales innecesarias, especialmente en relación con los seguros de salud, que pueden impedir a los estados facilitar información; obligar al Departamento de Justicia a que revise y maneje la información de aquellos individuos que por sus características tienen prohibida la tenencia de armas; poner en marcha una campaña nacional sobre el uso responsable de las armas personales; o dar mayor protección y refuerzo en la respuesta ante tiroteos en centros educativos.

Las propuestas legislativas, mucho más concretas, tenían, por su parte, tres pilares fundamentales: prohibir los rifles de asalto, limitar el número de balas en los cargadores, y extender el control de los antecedentes a todas las transacciones de armas.

¿Qué propuesta fue presentada finalmente en el Senado?

Tras fracasar el pasado mes de marzo el intento de prohibir los rifles de asalto, al final, de los tres ejes principales de la propuesta legislativa de Obama, solo el referido a la extensión del control de los antecedentes obtuvo el apoyo suficiente para poder ser votado en el Senado.

La propuesta, que aún así seguía siendo la más ambiciosa en los últimos 20 años, fue promovida como un acuerdo bipartito por un senador demócrata, Joe Manchin, y otro republicano, Pat Toomey. En concreto, la iniciativa habría obligado a todos aquellos que compren armas en cualquier tipo de transacción, incluyendo a través de Internet o en las ferias especializadas, a someterse a una supervisión de su historial policial y psiquiátrico, con el fin de evitar que las armas puedan ser adquiridas por criminales o enfermos mentales.

Actualmente solo tienen que pasar un control los compradores que adquieren armas en armerías legales, unas ventas que representan únicamente el 60% del total, al no incluir la compraventa entre particulares, por Internet o en las miles de ferias de armas que se celebran cada año en todo el país.

¿Cómo fue la votación?

Para salir adelante, la enmienda necesitaba al menos 60 votos favorables, ya que los republicanos habían logrado impedir que pudiera ser aprobada por mayoría simple. Votaron a favor 54 senadores, y en contra, 46, por lo que la propuesta fue rechazada. Solo cuatro senadores republicanos la respaldaron, y cuatro demócratas se opusieron (Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado y firme defensor de la enmienda, también votó en contra, pero lo hizo como maniobra política para poder presentar de nuevo la propuesta en un futuro).

Como explica Ryan Lizza en The New Yorker, parte de la contradicción entre el resultado de la votación y el respaldo ciudadano que tenía la propuesta se explica por la propia composición del Senado estadounidense, que equipara el poder político de estados con pesos demográficos muy diferentes. Los dos senadores de California, que votaron a favor, representan a 38 millones de ciudadanos, mientras que los dos senadores de Wyoming, que votaron en contra, representan a 576.000 estadounidenses. En este sentido, Alec MacGillis destaca en The New Republic que la relación entre el estado más grande y el más pequeño, que era de 11 a 1 cuando se creó el Senado, es ahora de 66 a 1.

¿Por qué votaron en contra senadores demócratas?

Los cuatro senadores demócratas que votaron en contra, y cuyos votos eran claves para que la propuesta prosperase, proceden de estados con una importante población rural (tradicionalmente en contra del control de armas) y, a pesar de que invocaron sus principios, lo cierto es que tres de ellos (Mark Begich, de Alaska; Mark Pryor, de Arkansas, y Max Baucus, de Montana) se juegan la reelección el año que viene.

La cuarta, Heidi Heitkamp, de Dakota del Norte, ha insistido en varias entrevistas en que las armas son «un modo de vida» en su estado, y uno de sus carteles en la campaña electoral rezaba: «Escuelas, tractores y armas».

Los cuatro, en cualquier caso, han recibido, además, una gran presión por parte de los lobbies (grupos de presión) de las armas y de sus seguidores.

En la votación fue también definitivo el voto en contra de dos senadores republicanos que podrían haber votado a favor, pero que finalmente se opusieron: Lisa Murkowski, de Alaska (una de las reformas pactadas por Manchin y Toomey, por la que los habitantes de zonas remotas quedarían exentos de los controles, se hizo para intentar convencerla), y Dean Heller, de Nevada.

¿Cómo reaccionó el presidente?

Con indignación. Tras la votación, Obama compareció ante la prensa rodeado de algunos de los padres de las víctimas de Newtown, y acusó a los senadores, especialmente los republicanos, de ceder ante las presiones del lobby de las armas en vez de escuchar al pueblo estadounidense: «Hoy es un día de gran vergüenza para Washington», dijo.

«En lugar de apoyar este compromiso, el lobby de las armas y sus aliados deliberadamente mintieron sobre el proyecto de ley y han presionado a algunos senadores, que han temido por su reelección», afirmó Obama. «A su juicio, se crearía una especie de registro ‘Gran Hermano’ de las armas, a pesar de que el proyecto de ley hace lo contrario. Y, por desgracia, este patrón de propagación de falsedades acerca de esta legislación sirve a un propósito, porque esas mentiras molestan a una minoría de propietarios de armas, que a su vez intimidan a muchos senadores», añadió.

El presidente estadounidense prometió, sin embargo, que «tarde o temprano» se logrará una legislación más estricta para el control de armas. A su lado tiene al vicepresidente, Joe Biden, uno de los máximos defensores de incrementar los controles. Días antes de la votación en el Senado, Biden afirmó que «hay un tipo de grupo completamente nuevo de personas, no sé las cifras, que ahora nunca caza, sino que compra armas por una de dos razones: o por protección o simplemente por la sensación que da una AR-15. Les gusta cómo se sienten. Ya sabes, es como conducir un Ferrari».

¿Qué papel ha jugado la Asociación Nacional del Rifle?

Un papel decisivo. Desde que Obama hiciese el primer anuncio de su reforma, el principal grupo de presión del país a favor de las armas ha liderado una intensa campaña en contra de la propuesta. Los activistas y abogados de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) han bombardeado a los senadores con llamadas telefónicas y correos electrónicos y han repetido una y otra vez que la extensión del control de los antecedentes vulnera los derechos constitucionales de los estadounidenses.

La NRA, que cuenta con unos 4,5 millones de afiliados, se jugaba mucho en esta votación, ya que los datos no le son muy favorables últimamente. Según un estudio del Centre for Responsive Politics que cita la agencia Reuters, solo un 5% de los 19 millones de dólares que el grupo se gastó en la campaña electoral de 2012 fue invertido en candidatos que resultaron elegidos. Por otra parte, el número de armas en los hogares, aunque sigue siendo muy elevado en comparación con otros países occidentales, está en retroceso: menos de un tercio en 2011, frente al 54% de 1977, de acuerdo con una encuesta de la Universidad de Chicago. Y entre ocho y nueve de cada diez estadounidenses apoyaba, además, la propuesta de Obama.

Lo que sí tiene la NRA es dinero. Según publicó The Guardian, todos los senadores que votaron en contra de la propuesta, menos tres, han recibido en algún momento donaciones procedentes de los lobbies de las armas, algunos de ellos, como el republicano Dan Coatas, de Indiana, hace tan solo tres semanas. De acuerdo con datos de la Fundación Sunlight que cita el diario británico, la NRA ha donado desde el año 1990 hasta 800.000 dólares a 40 senadores que votaron en contra de la enmienda.

Entre las razones de su éxito, sin embargo, no se encuentran solo la presión o el poder económico. Una minoría que defiende apasionadamente una idea puede acabar teniendo más peso en Washington que una mayoría menos centrada en una sola cuestión. Como explica a Reuters un directivo de la NRA, «el 90% dice: ‘vale, me parece bien’, y el 5% dice: ‘odio esto’, y, en el momento de votar, quien realmente recuerda tus posiciones es ese 5%».

¿Cuáles son los argumentos de los ‘lobbies’ pro armas?

El director ejecutivo de la NRA, Chris Cox, aseguró que la enmienda rechazada por el Senado «habría criminalizado ciertas transferencias privadas de armas de fuego entre ciudadanos honestos, entre amigos de toda la vida, vecinos y familiares, al necesitar obtener un permiso del gobierno federal para ejercer un derecho fundamental o ser enjuiciados». «La ampliación de la verificación de antecedentes, en ferias de armas o en otro lugar, no va a reducir el crimen violento ni va a mantener a nuestros niños más seguros en sus escuelas», agregó.

Según explicó Cox, «la NRA continuará trabajando con los republicanos y demócratas que se han comprometido a proteger a nuestros niños en las escuelas, a procesar a los criminales violentos con toda la fuerza de la ley, y a poner solución a un sistema roto para el cuidado de la salud mental».

¿Qué va a pasar ahora?

Los demócratas pueden jugar aún algunas cartas. Según informa El País, el líder de este partido en el Senado, Harry Reid, podrá devolver la enmienda al Comité de Asuntos Jurídicos, incluir la votación de la norma dentro del calendario ordinario de la Cámara (en ambos casos se otorgaría más tiempo a Obama para recabar apoyos), o permitir que se vote la propuesta de ley que él mismo presentó, que incluye una extensión del control de antecedentes mucho más amplia que la propuesta en la enmienda rechazada, y que es improbable que prospere. Con esta última estrategia, los demócratas podrían explotar la intransigencia republicana de cara a las elecciones de 2014.

Mientras, y aunque la legislación federal esté bloqueada, varios estados sí están tomando medidas, inspiradas en muchos casos en la masacre de Newtown. Así, Nueva York ha ampliado los tipos de armas de asalto prohibidos y ha limitado la cantidad de munición que puede venderse. También exigirá nuevas certificaciones para obtener una licencia de armas. Colorado y Connecticut, escenarios ambos de matanzas provocadas por armas de fuego, también han endurecido sus legislaciones.

¿Cuándo se aprobaron las últimas reformas importantes?

En 1994, bajo la presidencia del demócrata Bill Clinton.

Por un lado, la Ley Brady para la Prevención de la Violencia por Armas de Fuego imponía un periodo de espera de cinco días antes de que un importador o un vendedor pudieran entregar el arma solicitada por un comprador sin licencia. La ley implementaba asimismo un nuevo sistema para comprobar los antecedentes de los compradores.

Por otra parte, la ley conocida como «Assault Weapons Ban» (Prohibición de armas de asalto) declaraba ilegales la fabricación, posesión e importación de armas semiautomáticas de asalto, para uso civil, o sistemas de alimentación de armas de gran capacidad.

¿Cuántas muertes se producen por armas de fuego en EE UU?

Se calcula que en Estados Unidos hay unos 300 millones de armas, es decir, casi una por cada habitante. Las muertes por armas de fuego han descendido un 15% desde 2005, pero las cifras siguen siendo dramáticas. Según datos del FBI, en 2011 murieron 8.583 personas por arma de fuego, cinco veces más que los fallecidos por armas blancas, la segunda causa de muerte en el país.

Un estudio del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades indica que cada hora se registra en EE UU una media de tres muertes relacionadas con armas de fuego, y siete personas reciben un impacto de bala. Y en la exhaustiva lista que, desde la masacre de Newtown, elaboran la revista Slate y la cuenta de Twitter @GunDeaths, hay contabilizadas ya más de 3.530 muertes.

¿Cuáles son los estados más restrictivos?

En los diferentes estados existen legislaciones propias para regular la posesión y venta de armas de fuego. Esta regulación incluye los tipos de armas que se pueden poseer, los requisitos para obtener un arma y las prohibiciones y limitaciones en su comercio y posesión.

El Law Center to Prevent Gun Violence (Centro Legal para la Prevención de la Violencia de las Armas) confeccionó en 2012 una lista de los estados según su legislación en la materia. Los estados más restrictivos eran, por este orden, California, Nueva Jersey, Massachussets, Connecticut, Hawai, Nueva York, Maryland, Illinois, Rhode Island y Michigan. Por contra, Dakota del Sur era el estado más permisivo, seguido de Arizona, Misisipi, Vermont, Luisiana, Montana, Wyoming, Kentucky, Kansas y Oklahoma.

¿Qué dicen las encuestas?

Casi seis de cada diez estadounidenses se mostraban a favor de leyes más estrictas para el control de armas tras la matanza de la escuela de Connecticut, y la mayoría aprobaba una prohibición a nivel nacional de las armas de tipo militar, según una encuesta de Associated Press-GfK. Este sondeo indicaba que el 84% de los adultos deseaba asimismo que se establezcan normas federales para revisar los antecedentes de las personas que compran armas en las ferias de armas. Un 58% dijo estar a favor de hacer más estrictas las leyes sobre la tenencia y compra de armas en EE UU. Apenas un 5% opinó que deberían ser más flexibles, y el 35% consideró que no deben modificarse.

En comparación, después del ataque en Virginia Tech, en 2007, una encuesta de Associated Press-Ipsos halló que el 47% quería leyes más estrictas, el 38% prefería dejarlas inalteradas y el 11% suavizarlas.

La mayoría de los demócratas (76%) y de los independientes (60%) favorecen leyes más estrictas, mientras que la mayoría de los republicanos (53%) desea que no se alteren las leves vigentes.

Por otra parte, existe también una diferencia entre hombres y mujeres. Según una encuesta reciente de la NBC y el Wall Street Journal, el 65% de las mujeres apoya leyes más restrictivas sobre las armas, frente a un 44% de los hombres. La posesión de armas entre las mujeres ha aumentado en los últimos años, pero, según un sondeo del March Pew Center, el número de hombres que posee armas de fuego es aún tres veces mayor.

Esta última encuesta revela asimismo que la opinión sobre la efectividad de las armas depende mucho de que el sujeto las posea o de que haya o no armas en su casa: el 66% de la gente que no tiene armas en su hogar piensa que leyes más restrictivas evitarían matanzas como la de Newtown, frente a solo el 35% de los encuestados que tienen armas en sus casas.

¿Qué efecto ha tenido un mayor control en otros países?

En Japón es prácticamente imposible poseer un arma de fuego, prohibidas para todos los ciudadanos con excepción de los policías en activo. El país tiene una de las tasas de posesión de armas más bajas del mundo. La ley japonesa, de 1998, señala que «ninguna persona poseerá un arma o armas de fuego, o espada o espadas». A partir de ahí puede haber excepciones, para las que hay que superar estrictos controles y exámenes, registros e inspecciones que se deben repetir cada tres años. El resultado, informa la BBC, es una mortandad casi cero por armas de fuego.

En Escocia (Reino Unido) se endurecieron las leyes sobre posesión de armas después de que en marzo de 1996, en Dunblane, un hombre entrara en una escuela primaria y matase a 16 niños y su maestra. En los últimos cinco años, según cifras oficiales del Gobierno escocés, la tasa de delitos con armas de fuego se redujo a la mitad. En 2012 murieron en Escocia por armas de fuego un total de cinco personas.

Y en Australia se aprobaron asimismo medidas contra la tenencia de armas tras la masacre de abril de 1996, cuando un pistolero abrió fuego contra un grupo de turistas en Port Arthur, en Tasmania, matando 35 personas e hiriendo a 23. Diez años después, según publica también la BBC, los homicidios por arma de fuego habían caído un 59% y las tasas de suicidios por las mismas causas habían bajado un 65%. Antes de la matanza en Port Arthur, se habían registrado en Australia once incidentes de tiroteos masivos. Desde entonces no ha habido ninguno.

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